MÁS ALLÁ DEL ESPACIO VACÍO
están las gradas del anfiteatro
nuestros cuerpos se juntan
no hay nada que los adormezca
y no hay nada porque simplemente
un hilo invisible nos conecta
a nosotros
desde el centro de la arena
con ellos
sentados allí.
En la confusión de quién aquí
quién allá
el espacio se vacía cada vez más
en el vacío hay una plenitud
de mariposas coloreadas
o gorriones.
La ciudad, desde las puertas
de la antigua muralla
hasta los edificios del centro
siente en las mejillas rocosas
sus aleteos
y sonríe;
es el día de la muerte de alguien
de la muerte de muchos.
Nosotros agradecemos
juntamos las manos
tocamos los pechos.
A mí,
mujer,
un muchacho me toma los senos.
Mis amigas y yo dormimos
con las pestañas bajas
el río calmo
y un rubor de voces en la cara.
están las gradas del anfiteatro
nuestros cuerpos se juntan
no hay nada que los adormezca
y no hay nada porque simplemente
un hilo invisible nos conecta
a nosotros
desde el centro de la arena
con ellos
sentados allí.
En la confusión de quién aquí
quién allá
el espacio se vacía cada vez más
en el vacío hay una plenitud
de mariposas coloreadas
o gorriones.
La ciudad, desde las puertas
de la antigua muralla
hasta los edificios del centro
siente en las mejillas rocosas
sus aleteos
y sonríe;
es el día de la muerte de alguien
de la muerte de muchos.
Nosotros agradecemos
juntamos las manos
tocamos los pechos.
A mí,
mujer,
un muchacho me toma los senos.
Mis amigas y yo dormimos
con las pestañas bajas
el río calmo
y un rubor de voces en la cara.
Ilse Díaz Márquez
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